Foto 1
EN NOMBRE DE TODAS…
Hablar de mí es hablar de todas las mujeres que me preceden y que me cargaron en su útero, hablar de mí es hablar de aquellas que me rodean, de aquellas que no conozco, de aquellas que aún no nacen.
Hablar de mí es hablar desde mi centro, desde mi fuerza: mi útero, inspirada en el conocimiento que me viene de lo más profundo del cuerpo, de lo más profundo de la mente, de lo más profundo del alma, es la conexión con lo no manifestado.
Cualquier emoción, incluso la rabia, lleva consigo el conocimiento y el discernimiento, algo que algunos llaman: claridad. Y esta rabia contenida se ha convertido en maestra.
Esa rabia, es mi protesta ante todo el dolor, el miedo, el rencor, el sufrimiento colectivo de todas, a miles de años de aplastamiento de lo femenino, de desprecio y de agresión.
Hoy a través de una imagen que se convierte en un símbolo, se convierte en la tenacidad de atravesar senderos turbulentos y la paciencia de aprender el amor profundo con el tiempo.
Es la invitación a no conformarnos, a hacernos conscientes de nuestras heridas y sanarlas. No se trata aquí de establecer culpables. La curación del nosotras exige que comprendamos que nuestra historia es una historia colectiva, es la historia del despertar y en esas historias todas y todos hemos estado implicados.
Que el despertar de cada una sea el camino para empoderarnos y no consentir más actos transgresores, que en lugar de anhelar rosas empecemos a exigir derechos.
Y hablando de rosas… En la actualidad Colombia es el segundo exportador de flores del mundo, Las mujeres son cerca 65 por ciento de la fuerza laboral del sector. Alrededor del 30 por ciento de ellas son madres cabeza de hogar, empleos en su mayoría mal remunerados y precarios.
“Amada y bella mujer, tu estás en la nueva era, has llegado hasta aquí con un solo fin, un solo propósito de amor que es: “Despertar”. De eso se trata, ese es el magnífico viaje que has venido a realizar, ese es el retorno al hogar, a la fuente infinita de divinidad que se esconde en ti.”
Jessica Torres
Click Daniel Olave
Foto 2
Amar nuestro propio cuerpo, habitar con satisfacción y agradecimiento la piel que nos ha tocado, vernos al espejo con dignidad, respeto, sensualidad y confianza. Esa es la revolución de todas que hacemos todos los días. La estigmatización de nuestro cuerpo es la primera forma de violencia. Mujer: Ni sumisa ni devota. Me gusto Libre, Linda y Loca
Foto 3
¿Santa? ¿Anticuada? ¿Descarada? ¿Perra? ó ¿Puta?
Son los calificativos que atribuimos comúnmente a las mujeres por su forma de vestir, incluso de mujer a mujer…
Hace pocos días en nuestro país se «justificaba» una «posible» violación a una joven en un reconocido restaurante de la siguiente manera:
“Estudiemos qué pasa con una niña de 20 años que llega con sus amigas, que es dejada por su padre a la buena de Dios. Llega vestida con un sobretodo y debajo tiene una minifalda, pues a qué está jugando. Para que ella después de excomulgar pecados con el padre diga que la violaron”
¿Ah?
Cuando una mujer lleva una falda. no está buscando NADA, no se está «insinuando», no lo está «pidiendo», no está «provocando» y mucho menos está «facilitando» una violación.
¿Entonces?
¿Será que siempre debemos aguantar disculpas cómodas de una sociedad que espera de las mujeres el «cuidarse» de no ser violadas y agredidas en vez de enseñar a los hombre a no violar y transgredir?