ORQUIDEAS
Tersa de fragilidad en sus pétalos,
que sus alas parvas para horizonte,
escamas cuyas en desnudas ramas,
la orquídea, aún niéguela su frío.
Piara futil un quiebre de corola,
sus fungidos colores superpuestos,
obstada begonia virgen del polvo
pues su firmeza desnúbil campea:
ignara de empeño, menester, medro
por negar abigeato del dicho,
que compartidas edades supinas:
soles y lunas soñados en ella,
mareas, nubes, playas, pues albora:
transcurre muda en día de días.
Otra vez enrumba el silencio por veredas
a traer lo no asido es su pena y quiebre.
Es la orquídea que practica sus pecas
en la hojosa altura de temblantes ramas:
voluntad de moras buscando apretura.
Lago en bostezo y bostezo en su corola:
garra prisa que no logra las raíces.
Las lluvias, no el granizo, talante suyo;
no los prados, sotos, ni cimacios, copos.
Anhelos suyos hierven, desean plumas,
vuelo, los lúcumos fluires en escamas;
pero quiebre puro en soledad sus cálices,
genealogía descombrada sin pepas
y helado toque en su anhelante hervor.
¡Eclosionada orquídea en los trances previos!
Enfatizan las noches tu albura cultivada
en grecas y rosetas, rosetón de ningunos.
Edificas tus peldaños en copas, cimacio.
¿Qué trizará los dedos para el cese del viento!
¡Milimetrada orquídea cuya pecosa albura!
Tu pureza tiene apenas palpitar de sangre,
afecciones arriadas a las hojas y ramas,
obstado empuje de los límites del horizonte
en un vuelo que quisieras nave entre tus pétalos.
¿A dónde tu corola cuando quiera corales?
¿De dónde traerán lluvias labor seminal
para tu pronta y feliz renovación en lo albo?
Viento: añoranza y posible trote peligroso:
sépalas gaviotas espantadas por espumas.
Salomón Valderrama Cruz
Aliado