La fotografía en los territorios de la obra Garciamarquiana
“José Arcadio Buendía estaba asustado la diáfana mañana de diciembre en que le hicieron el daguerrotipo, porque pensaba que la gente se iba gastando poco a poco a medida que su imagen pasaba a las placas metálicas” Cien Años de Soledad
Escrito por: Claudia Ruiz
La primera vez que leí “La Increible y Triste Historia de la Cándida Eréndira y su Abuela Desalmada” y descubrí el fotógrafo que iba en bicicleta persiguiendo la caravana con la banda de músicos que anunciaba en los pueblos la llegada triunfal, recordé inmediatamente a Ernest J. Bellocq activo entre 1895 y 1930 en Storyville el barrio de tolerancia de New Orleans quien se convirtió en el fotógrafo de las “Jazzbelles”, retratos logrados en una atmósfera de soledad, con una sensibilidad y conexión que solo él por su condición física y emocional podía lograr y cuya historia fue parcialmente recreada en la memorable película Pretty Baby de Louis Mallé
Este es uno de los muchos hallazgos de la fotografía en el universo mágico y mítico de la obra de nuestro Nobel Gabriel García Márquez cumpliendo un papel protagónico, función de registro histórico en donde el retrato se convierte en muchas ocasiones en elemento perturbador de los personajes en su diario vivir contribuyendo por ejemplo, al delirio de José Arcadio Buendía, “quien había resuelto obtener en daguerrotipo la prueba científica de la existencia de Dios” o en el caso de Ursula que “nunca permitió que le hicieran uno porque no quería quedar para burla de sus nietos” o cuando Fermina e Hildebranda “se reconocieron a través de las brumas del desencanto: jóvenes y bellas como no volverían a serlo jamás”.
En nuestra Fundación Arts Collegium la obra de García Márquez es fuente de creatividad para la fotografía.