“Alabado seas, mi señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores hierba” cantaba san Francisco de Asís.
Estamos causando un gran daño a nuestra hermana madre tierra porque pensamos que somos sus dueños y abusamos de ella sin ser conscientes que somos parte de ella, somos su fruto, somos la esencia razonable de ella, y esto nos distingue, pero no nos aleja de nuestra hermana madre tierra. Tenemos un desafío y es proteger a esta hermana, porque sin ella no podremos vivir cómodamente. Siempre lo hemos tenido todo y lo que hemos construido nos volvió seres ambiciosos, egoístas y consumistas, ya no importan los demás seres vivos y mucho menos donde conviven esos seres vivos. Si queremos seguir cómodos y evolucionar, tenemos el desafío de cambiar, cambiar ciertos hábitos, ciertos pensamientos que están acabando nuestra convivencia y a nuestra hermana madre tierra. Por eso, busca, reflexiona, medita, investiga, plantea, replantea, piensa, acerca de cada acto que hagas y mira si cuáles son sus efectos tanto para los seres vivos como para el medio donde habitas, es decir, nuestra hermana madre tierra.
Muchas veces en nuestra vida cotidiana enfrentamos situaciones en las cuales nos podemos sentir un poco o muy intranquilos ya que no deseábamos que ocurrieran pero como seres humanos somos vulnerables a cualquier problemática en un instante, sin importar, condición económica o social, sin importar nada; y es ahí cuando nos preguntamos: ¿cómo voy a afrontar esta situación? Sea como sea nunca se debe olvidar que en todo momento por oscuro que sea, hay una pequeña luz; que si llegamos a sentir que nos ahogamos en las dificultades, que son más grandes los problemas que nuestra fortaleza, nunca se debe olvidar que llegará La Paz, y esa paz tomará su tiempo pero llegara, nunca olvidemos que no hay mal que dure toda la vida, sino que la misma vida nos mostrará el camino para afrontar esas situaciones malas, sin que tengamos que desesperarnos.
Foto 3 – 2.014
Despertar
Como joven me doy cuenta que pude despertar, ser un gran ser humano, capaz de ser libre, de poder fluir con todos los sentidos abiertos y sin dar marcha atrás.
Cada miedo que existía se va, ya no me siento ni perdido, ni caído, ni mucho menos débil, porque cada día voy con fe para ser ese nuevo ser, donde lo que florece es la paz y el amor, cada día voy logrando convivir con mi espíritu, mi alma y mi cuerpo en este mundo, un mundo que me ofrece muchas cosas pero no todas ellas ofrecen una felicidad, que en verdad sea permanente.
Hay una conexión entre mi ser “lo que soy” y este mundo las cuales las puedo equilibrar para sentirme completo, y en esta conexión esta Dios y el mundo; un Dios que me ha mostrado que después de la tormenta, las nubes se disipan para así poder ver el cielo, que su enseñanza llega cuando debe ser, que en cualquier duda Dios me alumbra para que esta desaparezca, que cada paso que doy, sé que va en rectitud porque es Dios quien me guía y al saber esto logro estar en plenitud y poder disfrutar de este mundo pero no dejando llevar todo mi ser por este mundo sino entender que tengo una parte espiritual y también una parte física.
“Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos» (Papa Francisco)
Proyecto apoyado por: