Somos como la manzanilla.
Unidos a nuestra esencia por nuestras raíces, buscamos un lugar en la tierra, dónde florecer. Nuestros pétalos se elevan para conectar con el universo, recordando que también somos parte de él. Dulce es el olor de la pequeña planta que nos tranquiliza, pero amargo es su sabor si excedemos en su cocción. Amable como la tierra, dadora de vida, nutre y sana a la mujer cuando el dolor del cólico la estremece en su ser; crece silvestre, la sencilla manzanilla.
Foto y texto: Sara Romero.
Bordado: Alejandra Acosta Cortés
Mensajeros de Vida y Conservación se realiza en Guasca con el apoyo del Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertación y Conservación Internacional Colombia: