La posibilidad que existe aún en sitios alejados de las grandes ciudades, en donde aún no llega la contaminación lumínica, de poder vislumbrar al sur oriente durante las noches de marzo a octubre una mágica nube de estrellas llamada la “Vía Láctea”. La Vía Láctea significa “el camino de la leche” y decían los antiguos griegos que correspondían a la leche de la diosa Hera que se había regado de uno de sus pechos. Se dice que Heracles o Hércules era rechazado por Hera por ser un hijo bastardo pero Zeus la engañó ocultando al bebé entre dos de sus hijos por lo que éste bebió la suficiente leche para alcanzar la fuerza olímpica de los dioses. Cuando se dio cuenta la diosa Hera del engaño apartó fuertemente a Hércules y de la presión ejercida salió la leche que se esparció por el firmamento. De ahí el nombre de la Vía Láctea. Entre los indígenas del Vaupés, se cuenta la historia que la Vía Láctea es una anaconda gigante que bajó de los cielos y recorriendo los ríos fue diseminando los primeros seres humanos que la poblaron. En general, entre las tribus del amazonas la Vía Láctea corresponde a una serpiente gigante, pero ninguna tan grande como Yacamana, la madre del agua, según los indígenas del Ecuador y del Perú, quien vive en el Río Amazonas. Esa serpiente gigante se mantiene oculta pero de vez en cuando sale a aspirar a los animales que están en la selva o a tumbar árboles en sus recorridos lanzando poderosos chorros de agua.
La Maravilla Láctea de AMEG, presenta una trayectoria en espiral que nos conecta con lo hermoso y valioso del territorio de Guatavita; con valores ambientales y buenas prácticas ganaderas en la alta montaña; con un equilibrio e igualdad de oportunidades; con el amor por las tradiciones y nuestros legados ancestrales.
Mensajeros de Vida y Conservación se realiza en Guatavita con el apoyo del Ministerio de Cultura Programa Nacional de Concertación y Conservación Internacional Colombia: